Quiero ser Puma
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30.10.2006 | 23:36
Todos somos Pumas

La creencia popular indica que los Pumas son una raza que nace en las postrimerías de 1965 cuando el seleccionado argentino de rugby aterriza en tierras sudafricanas.  Pero eso no es absolutamente cierto.

La historia indica que hasta la famosa gira a Sudáfrica del ’65, el seleccionado argentino era eso, el seleccionado. Jugadores inolvidables como Aitor Otaño (capitán) y Marcelo Pascual fueron la base de un sudafricano, para canalizar todo el ímpetu local y para marcar un camino de juego que luego nos haría conocidos por el mundo.

Los sudafricanos siempre nos tomaron como sus ahijados y la respuesta fue aquella gira hermosa del Sudamérica XV, donde los Pumas con algún infiltrado de cada país del cono sur se dieron el gusto de poner de rodillas a los Boks después de haberse comido cincuenta puntos. Inolvidable para nosotros... y para ellos.

La vedad indica que en esa gira no se jugó ningún test match, que según la tradición es un partido frente a las selecciones principales y sólo en 1973 vinieron los galeses para enfrenarse con los Pumas y en sus filas, estaba un jugador delgado con la casaca nº 3 que no era un pilar, sino que le había tocado ese nº por oren alfabético, y que en su pasaporte figuraba con el nombre de Phil Bennet. Digamos entonces que aquellos Jaguares del 65 bautizados como Pumas en Sudáfrica tenían su bautismo de fuego en casa, unos años después de su creación del otro lado del Atlántico.

La historia reciente sepulta aquel try de Pascual volando hacia el futuro de los Pumas, y también el de campo de Twicenham planeando sobre su marca y seguro que todos tienen en sus mentes la resistencia heroica del 15 argentino en el Mundial e Francia frente a los irlandeses. O aquél empate en 21 contra Nueva Zelanda. O el triunfo sobre Australia. Pero no quería apuntar allí mi relato.

Yo digo que todos somos Pumas. Estoy seguro que en cada scrum empujamos varios cientos de miles. Y saltamos en cada Line. Pero no. Hay algo más.

O no son pumas aquellos jugadores que viajan horas y horas por el desolado y hermoso sur argentino sólo para jugar un partido de rugby??? Y aquellos papás que llevan a sus chiquitos y los acompañan en sus giras de rugby, verdaderas escuelas de lo que significa el juego en todo su contorno??? Y los managers de las divisiones menores que están por ahí para resolver todos los problemas, contener algún llanto y asegurar la felicidad de todos los jugadores??? O no son pumas los tobas que tienen su equipo en el Chaco, contra cualquier pensamiento que ahí no está nuestro deporte.

O no son pumas cada uno y todos los entrenadores que sin cobrar un peso enseñan lo que saben, devolviendo con amor lo que recibieron o están recibiendo en su vida deportiva. Son Pumas los veteranos que se resisten al paso del tiempo y gritan desde donde sea que estén vigentes, y de paso sueñan con la juventud eterna y con algunos minutos en la pre intermedia. Son Pumas los que ayudan en el tercer tiempo y no juegan, porque la base de este juego es la amistad y por eso también jugamos (o no es amistad y solidaridad ir a proteger a un compañero???).

Y son Pumas, aunque no lo sepan, los jugadores de cada pre intermedia, de cada equipo de un club alejado, cada uno transmite el espíritu de un juego que muchos creen que se formó en una escuela en la ciudad inglesa de Rugby pero que está demostrado que tiene miles de año de antigüedad.

Obvio, un juego tan hermoso, educativo y viril no podía venir de una escuela inglesa solamente, sino que de un gladiador romano, un guerrero griego o un egipcio valeroso.

Todos somos Pumas, sin importar el rango, el lugar o lo que sepas del juego. Sólo cuenta que haya entendido al espíritu y lo difunda, con amor y coraje, tal como lo hicieron otros maestros de rugby a lo largo de los años.

Todos somos Pumas. Cada uno en su lugar

P.D.: Dedicado a uno de mis maestros sin que él lo supiera, Don Bernardo Otaño, el viejo y querido Aitor.

Marcelo Mariosa
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