Te
voy a contar como la viví...todo empezó
el sábado a la noche, salí a
caminar por la Arístides, lugar que
frecuentan algunos rugbiers mendocinos, esperando
cruzarme con algunos y poder charlar con ellos,
pero mi caminar fue en vano, todos estaban
en sus casas preparándose para la gran
final.
El domingo llegué muy temprano a las
instalaciones de Maristas, no me quería
perder ni un detalle, en el club ya había
bastante gente, se jugaban partidos de rugby
infantil que me detuve a mirar, la gente que
observaba a esos niños ya hablaba de
la final.
Entré al campo de juego desierto y
me quedé en el centro observando con
tranquilidad, en esas gradas que más
tarde estarían colmadas, ahora, no
había ni un alma, ni un chico revoltoso,
todo estaba calmo.
Me senté a descansar en el pasto, a
un costado de la cancha y quise imaginar lo
que vendría, sin duda era imposible,
la final sería un partido que alguien
ganaría pero yo quería ver la
gente, las hinchadas, las sensaciones de estos
seres humanos unidos por una misma pasión…
A las 11 de la mañana, se largó
el primer partido, el cuál fue entretenido,
fuí uno de los tres o cuatro que lo
vimos. Un partidazo.
En el siguiente partido, jugaba el local,
la tribuna empezaba a tomar color, al ver
tanta gente empecé a palpitar lo que
vendría, era la primera vez que iba
a una final de Rugby y sentía la ansiedad
de vivirla.
Cuando arrancó la lucha por el Tercer
Puesto, la tribuna ya estaba colmada, señores,
señoras, chicos, chicas; mucha gente
se acercó a ver la final, esa final
tan esperada.
De pronto sentí muchas almas que cantaban
a lo lejos, miré hacia la playa de
estacionamiento; ya había empezado
el duelo de las hinchadas, corrí hacia
ellos y estuve un rato deleitándome
con la “16”, es la hinchada famosa
de tordos y más allá estaban
“los blancos”, la piel se me puso
tiesa, tenía ganas de aprenderme las
canciones y cantar fuerte junto a ellos.
Cuando desperté de mi sueño
lleno de adrenalina volví a la cancha
central, justo atrás mío entró
la hinchada de Mendoza, cantando con redoblantes
y banderas, la gente los miraba, formaban
parte del color de esta gran final.
La “famosa 16” se hizo esperar
e ingresó a la tribuna un tiempo después,
llenos de fiesta con un colorido enorme, muchas
banderas, silbatos y bombos, el marco de la
final era indescriptible, pero más
aún lo que se vendría...
Tordos fue el primero en entrar, el aire se
lleno de azul y grana, banderas moviéndose
de un lado para otro, serpentinas, bengalas,
petardos, todo esto le daba la bienvenida
a un grande que luego sería tetracampeón.
Inmediatamente entraron los conejos detrás
de un Puma, Méndez, los blancos a pesar
de ser menos, se encargaron de brindarle una
formidable entrada a su equipo, las banderas
se agitaban, sonaba la pirotecnia y la multitud
se perdía detrás de una nube
de papeles blancos.
Comenzó del partido, la gente, ya más
calma miraba con nerviosismo el partido, las
hinchadas cantaban en menor medida pero no
dejaban de alentar a sus equipos.
Las canciones y los bombos divertían
a los espectadores, todo esto era producto
del amor a sus clubes, la “16”
quería su cajón pintado
azul y rojo como su corazón, mientras
que los “blancos” respondían
se viene el blanco campeón , blanco
campeón.
Me entretuve escuchando las canciones de ambos,
la competencia también era en las gradas,
que sin duda esta final también la
ganó Tordos, con su Hit de la tarde
“es enorme, el fede es enorme”
acompañado del revoleo de un afiche
de McDonald´s con la imagen de Federico
Méndez.
Después de casi una hora y media de
una mezcla de nervios, angustia y alegría...
el final del partido llegó y se desató
la alegría azulgrana, una fiesta que
para mis ojos será inolvidable, se
escuchaba
“tetracampeón tetracampeón”,
sentí una sensación extraña
dentro de mí, la euforia de esos jugadores
y la alegría de la gente me invadieron,
por un momento quise cantar y saltar como
si fuera un hincha más del Campeón,
mis labios balbuceaban bajito
“Tetracampeón”,
me animé a dar la vuelta con ellos
y vivir de cerca la alegría de un Campeón,
la energía de todo un club, de toda
una hinchada.
Ya pasaron dos horas de este momento imborrable
de mi vida, estoy sentado otra vez en el campo
de juego, en el mismo lugar que comencé
este día, la cancha esta llena de papeles,
se ven restos de los petardos, las tribunas
están vacías, están calladas,
pero en ellas veo la imagen de una multitud
alentando y disfrutando a su equipo.
Ahora iré a descansar, fue un día
de muchas sensaciones juntas, me llevo adrenalina
en la piel, entusiasmo y sobre todo me voy
sorprendido, nunca imaginé que hoy
viviría una final así, fue una
tarde de rugby a todo color que jamás
olvidaré, me imagino Los Campeones.
Joaquín López. RdC