El domingo Ramiro se despertó temprano,
es fanático de los deportes, y desayunó
con la final de Wimbledon, aunque siempre
se inclina por el más débil
esta vez prefería la victoria del
N° 1 Federer antes que la de Roddick,
el yanqui le parecía un histérico
del tennis.
Mientras se aliviaba con la victoria del
suizo de reojo miraba la fórmula
Uno rogando a Dios que Shumacher no volviera
a repetir, en este caso se amargó,
la monotonía del alemán continuó
y lo único que lo hizo revivir fue
el olor a asado que venía del patio,
la mesa estaba servida y después
de una mañana a todo deporte el asadito
dominical era religión.
Con la última copa de malbec ya pensaba
que en lo que se venía, la final
de la Eurocopa, Portugal – Grecia.
Se acomodó en el sillón pero
el teléfono lo interrumpió.
“Rami habla Juan Pablo vamos a ver
rugby?”, después de un gran
silencio donde Ramiro miró en el
televisor a Figo saliendo del túnel
y luego por la ventana para ver si estaba
lindo el día dijo “y bue..
dale, pasame a buscar te espero”.
Después de colgar se arrepintió,
no sabía un corno de rugby, siempre
le pareció imposible aprenderse las
reglas, pero hacía mucho que no veía
a Juan Pablo y el sol prometía un
buen domingo al aire libre.
Cuando llegaron a la cancha a Ramiro lo
sorprendieron muchas cosas, el césped
estaba mejor que el de la cancha de la lepra,
algunas chicas de la tribuna le parecieron
mucho más lindas que la rusa Sharapova
y ni hablar cuando entraron los equipos
y la hinchada de Los Tordos aplaudió
al Mendoza y viceversa. “Esto es increíble,
pero espero que ese viejo que lleva tres
fernet con coca no se meta a pegarle al
arbitro” le dijo a su amigo.
Con el pitazo del arbitro no se puso nervioso
como con otros deportes, Juan Pablo le fue
explicando las reglas y los puntos y se
fue metiendo en el partido. Por lo que entendió
el Mendoza le estaba dando una verdadera
paliza a Los Tordos, empezaban a gustarle
los punzantes avances de los blancos con
los gordos y reconoció la cara de
Méndez entre ellos, éste sabia
encarar en el momento indicado y además
cuando la masa se le venía le daba
la pelota a uno rapidito, ese otro era Ruiz
que se metía al ingoal como Schumacher
cuando llegaba a la meta.
En el segundo tiempo a
Ramiro ya no le importaba un bledo que Grecia
estaba quitándole la Eurocopa a Portugal
se aferró al tablón y ya no
se perdía detalle del juego, salvo
que pasara una linda morocha llevándole
café a sus amigas, pero de repente
Saá marcó el primer try de
Los Tordos y se olvidó de la morocha,
los locales estaban levantando y el partido
se ponía emocionante.
En un abrir y cerrar de ojos los locales
mandaban en el marcador y además
Bustos sumaba de a tres con el pie, ahora
el Mendoza sufría y los locales manejaban
el partido.
Quedaba poco para el final y los blancos
se venía con todo, media docena de
scrum cinco hasta que descontaron con un
try, estaban a tres del empate, me va a
dar un infarto pensó Ramiro, que
dejó el tablón para caminar
pegado a la tela esperando el desenlace,
en ese momento se dio cuenta que al Mendoza
no le importaba el empate, como dueño
absoluto de la tabla de posiciones buscaba
ganar el partido y sacarse la espina de
la ultima final del Regional del Oeste,
pero como a diferencia del fútbol,
los partidos de rugby duran 40 minutos y
no 45, el arbitro sentenció el final
y el festejo de los azulgranas invadió
la cancha.
Ramiro estaba atónito, acababa de
presenciar uno de los espectáculos
deportivos más excitantes de su vida,
y eso que no se perdía uno, siguió
atento y vio abrazos entre jugadores rivales
que hace instantes nada mas habían
querido matarse, recién ahí
le creyó a su amigo que le contaba
que después de ducharse los jugadores
compartían un asado y una cerveza.
En el camino de regreso no podía
borrar de su mente la velocidad de Villanueva,
la categoría de Méndez, el
lavado de cara que le dio a su equipo el
ingreso de Bancalari y Saá, la precisión
de Bustos en sus envíos a los postes.
“Ehh Ramiro llegamos esta es tu casa”
río Juan Pablo. “Gracias Juampi,
ahh una cosa el domingo que viene por nada
del mundo te olvides de pasarme a buscar
para otro partido”.
Leandro
Sturniolo