Hacia una visión racional

Mirando y analizando cuidadosamente la situación de nuestro seleccionado nacional la del rugby de elite, podemos afirmar que, en principio, existen dos alternativas válidas, con alguna posibilidad de estrategias intermedias a las que necesariamente parecería deberíamos recurrir transitoriamente dadas las condiciones y el medio ambiente en que estamos actuando.

La primera es depender en forma poco menos que exclusiva de los jugadores que actúan profesionalmente en el exterior del país quienes se preparan y desarrollan en los clubes donde juegan, que es lo que esta ocurriendo hoy, con todos los problemas e inconvenientes derivados del hecho de que no seamos “dueños” de los jugadores y la consecuente desnacionalización del equipo nacional, lo que lo convierte en un equipo cuasi virtual al menos en su preparación.

Por este camino, que es el que estamos transitando, se va hacer en el futuro muy difícil, no solo tener buenas perfomances y lograr resultados en el contexto internacional, sino que crecerán las dificultades por el hecho de que los jugadores y tal vez los coaches no residan en el país y estén ligados a clubes que pagan por sus servicios y que cada vez parecen mas remisos a cederlos.

Todo ello a más de lo que significa en términos de difusión y niveles de juego que nuestros mejores jugadores no actúen en nuestro país.

El otro camino a recorrer es fijarnos la meta de alcanzar una competencia regular de carácter internacional o encontrar otra alternativa si es que existe, que de alguna manera nos permita comenzar a retener y tal vez mas adelante a repatriar a nuestros mejores jugadores, de modo de poder establecer las bases para el desarrollo de un equipo nacional cuyos integrantes en su gran mayoría residan, tengan su actividad y se desempeñan en nuestro país.

La conclusión lógica es que si queremos un juego en desarrollo y crecimiento debemos comprometer todos nuestros esfuerzos en pos de la segunda alternativa, que es la que aparenta estar en mejores condiciones de asegurarnos un mejor equipo nacional, mas difusión y marketing y seguramente de proveernos los recursos necesarios para el financiamiento de nuestra misión.

Aparentemente y mirando hacia el futuro, no se vislumbra otra alternativa racional para seguir terciando en el grupo de las “top 10 nations” y de no intentar este camino correremos riesgos ciertos de entrar en una declinación que puede dar nacimiento a un ciclo negativo para todo nuestro rugby.

Quedarnos y dejar las cosas como están es retroceder.

Lo que también debemos tener en cuenta es que materializar y hacer una realidad esta alternativa no va a ser fácil, ni simple y que ello va a requerir de una firme decisión respaldada por toda nuestra capacidad de trabajo.

El rugby en nuestro país ha recorrido un largo camino antes de ocupar el lugar que se ha ganado por derecho propio y seguramente en el futuro tiene un importante rol a desempeñar en la formación de la juventud en los valores que lo caracterizan y que hoy son tan escasos en nuestra sociedad.

El juego nos esta demandando que con visión de futuro tomemos decisiones y esa es nuestra responsabilidad.

Nuestra visión es que el rugby argentino tiene como misión posicionarse como el deporte de mayor desarrollo en el país y para ello no hay duda que debe continuar siendo respetado en el concierto de las “top 10 nations” por las perfomances de sus equipos representativos y especialmente por las de su seleccionado nacional.