CAPÍTULO 4
La mayoría de los clubes pequeños del Oeste de Gales han tenido su oportunidad en los últimos años. Clubes como el Tenby, un pequeño y muy buen club, reclutó algunos ex jugadores de primera clase, en su caso algunos ex jugadores de la primera de Llanelli. Sin ninguna sorpresa, dos o tres jugadores de ese nivel los transformó del día a la noche y se convirtieron en un equipo realmente difícil de vencer. Pero eso no puede mantenerse por mucho tiempo. Ahora clubes como esos sólo están esperando por el dinero que viene de la Unión para pagarle a los jugadores. Y en vez de usar ese dinero para el beneficio del club en su conjunto, sólo lo están usando para pagarle a viejos jugadores que de ninguna manera son tan buenos como alguna vez lo fueron. Es ésta una forma realista y sensible de conducir un club de este nivel en estos tiempos? Personalmente estoy seguro de que no.
En el rugby de clubes chicos, todo consiste en jugar por placer porque no hay otra cosa. No se trata de ganarle a clubes como Leicester, Coventry y Bristol; simplemente jugar por diversión.
Diversión es una palabra que Chris Hobbs percibe con mucha fuerza en relación al rugby de los clubes chicos. Para él no hay nada mejor que una gran dosis de diversión. Eso es probablemente porque la preparación es casi tan exigente como en el deporte profesional. Cada club tiene un entrenador y todos sabemos las exigencias que ellos tienen para con sus jugadores. Los resultados de los clubes son el parámetro para determinar la posición de ese entrenador en una liga determinada. No se trata de la salud del club en general, sólo importan los resultados, y éste es un problema enorme que existe en todos los niveles. Porque en los niveles que estamos hablando, los muchachos todavía tienen que ingeniárselas para tener un trabajo.
El juego en sí, es ahora infernalmente más limpio que antes, dice Hobbs, y estoy de acuerdo con él en eso. Está bien que así sea. Yo solamente jugué uno o dos partidos para el club de mi viejo pueblo en Gales, Cwmgors, pero la gente solía decir que el rugby allí era el más duro de todo Gales. Mi opinión es que también era un campo de batalla. Tenías hombres que trabajaban en las minas de carbón jugando con sus rivales del alto valle, con trabajadores de las acerías entre ellos también. Yo era muy joven entonces, todavía era alumno de la Escuela Millfield, pero recuerdo una vez un partido que jugamos con un pequeño club en Lempeter, y ése ha sido probablemente uno de los partidos más duros que he enfrentado en toda mi carrera! Antes del partido uno de nuestros viejos y pétreos forwards me llamó aparte y me advirtió: “Mantente fuera hijo, cuando la acción comience, apártate. No te dejes arrastrar”. Siempre agradecí esa advertencia, porque inmediatamente después del kick off, tuvo lugar el más inmisirecordioso intercambio de golpes que recuerde. Eso era considerado parte del juego, nada inusual. Había probablemente más riñas que juego por entonces. Pero ahora, por supuesto, el juego es por lejos más limpio y de mucho más nivel técnico, hoy un jugador puede ser expulsado por casi nada.
Chris Hobbs recordaba que Avonvale solía jugar contra muchos clubes del interior, llenos de granjeros. “Todo lo que ellos querían hacer era pelear contigo todo el partido. Ahora, ellos también juegan. Me acuerdo una vez que fuimos a North Petherton y nosotros siempre sabíamos lo que nos esperaba allí, en Somerset. Un festival de patadas. Ellos eran frontales y la multitud de alrededor de trescientas personas siempre era muy ruidosa y uno terminaba lleno de golpes. Dentro y fuera de la cancha.
“Pero ese día en particular, ellos tomaron la pelota y desde el kick off nos hicieron correr de un lado a otro durante los primeros diez minutos. Yo junté a mis jugadores y les dije: Qué está pasando aquí, estamos todos locos? Lo que no sabíamos es que ellos justo habían cambiado su estilo de juego, y habían decidido abandonar su esquema de nueve hombres por uno de quince jugadores. Finalmente logramos recuperar la pelota y retenerla un poco como para recuperarnos! Creo que perdimos sólo por cinco puntos”.
“Pero esos días y en esos lugares hacían que el rugby fuera como era, eran tiempos alegres. Fuimos otra vez en que ellos celebraban su día de carnaval. Silenciamos a su ruidosa hinchada y les ganamos el partido. Durante el tercer tiempo alguien dijo que si no nos íbamos antes de las cinco de la tarde no podríamos salir más debido al carnaval. Entonces fue que decidimos quedarnos y no nos fuimos hasta las doce de la noche. Pasamos una tarde maravillosa, lo máximo fue ver a uno de nuestros muchachos saltando entre varias carrozas en el desfile por la calle principal. Fue una noche divertidísima. Pero ya no hay ninguna diversión en los partidos de liga ahora. Lo único que importa ahora es ganar partidos y eso nunca podrá satisfacernos del mismo modo”.
Roddan reconoce ese punto. El rugby, dice, solía tener una característica de completo. El amateurismo produjo una gran camaradería entre los clubes, no sólo dentro de tu propio club. En Stow, solíamos tener lazos muy fuertes con clubes como Cheltenham Social Service, Cheltenham North, Stratford, Evesham, Shipston-on-Stour y Old Cryptians. Aquellos eran verdaderos clásicos locales y el ambiente social era muy importante entre esos clubes. Pero ahora, ni siquiera juegan entre ellos y él está convencido que eso ha sido una pérdida irreparable.
Él también siente que todo era más amistoso cuando era amateur y yo estoy de acuerdo con eso. Fuera de la cancha todo era más sociable y casi siempre se daba que cuanto más duro había sido el juego, más disfrutábamos del tercer tiempo, todos juntos. Siempre se bebían unas cuantas cervezas en el bar del club.
Volviendo al tema de la presión sobre los clubes chicos dada la necesidad de conseguir resultados en la liga, Roddan dijo: “Hoy debes justificarte como si fuera un fracaso si no estás ubicado por lo menos en la mitad de la tabla. Entonces eso ha provocado un cambio en el juego, ya sea para bien o para mal, todo depende del punto de vista. Yo realmente no sé cuanto ha afectado eso a los clubes chicos, porque es muy peligroso cuando comienzan a estirarse más allá de un límite financieramente razonable. Si alguien se embarca en esas políticas y además no es exitoso, no tendrá gente yendo al club”.
“Muchos clubes en la zona de Gloucester siguen ese patrón ahora y los jugadores se han vuelto mucho más nómades. Si un club está haciendo las cosas bien, los mejores jugadores son atraídos hacia allí, pero si empiezan a perder, esos mismos jugadores se van a cualquiera otra parte. Ahora no existe la misma lealtad”.
“Cuando llegó el profesionalismo, asumimos que no habría jugadores que fueran a hacer de ello su modo de vida. Todavía se necesita una estructura bien organizada, pero muchos clubes se dejaron arrastrar por la ambición de ganar a cualquier precio. Y eso no es saludable”.
Todo esto me hace recordar una anécdota de 1971 con los British Lions. Recuerdo que Barry John y yo fuimos a ver un partido de colegios en las afueras de Auckland, y les puedo asegurar que quedamos muy impresionados por el nivel exhibido ese día. Además hubo otra cosa que a duras penas pudimos entender, la enorme presión ejercida sobre lo jóvenes de parte de padres y maestros desde afuera. Un joven tomó la pelota en mitad de cancha, empezó a esquivar y abrirse paso, luego hizo un amague que le permitió eliminar al fullback rival para zambullirse y concretar un maravilloso try. Los dos gritamos como locos cuando apoyó la pelota.
Sin emabargo, había una persona que no estaba muy impresionada. El maestro principal le dio al muchacho una reprimenda, gritándole: “Deberías haber tomado la marca y pasado la pelota a tu apoyo!”. En vez de estimularlo lo ridiculizó en frente de todos. Barry y yo simplemente nos miramos sin poder creer lo que veíamos.
Después del partido fuimos invitados a visitar la escuela donde nos recibió el Director. Vimos cientos de fotos de ex alumnos en sus camisetas de rugby y luego nos detuvimos algunos minutos para hablar con él en su oficina. En el momento que nos estábamos yendo, un jovencito tocó a la puerta, entró a la habitación y nos fue presentado. El Director dijo: “Este joven es el mayor desencanto de mi carrera. Potencialmente, es el mejor jugador joven que la escuela produjo, pero ahora él ha decidido dejar de jugar”.
Dejamos la oficina del Director y poco después mientras cruzábamos el jardín de la escuela vimos de nuevo al mismo joven. “Por qué estás empacando?” le preguntamos. Su respuesta nos dejó mudos a los dos. Demostrando su temple, nos dijo: “Ya he tenido suficiente con el rugby. He jugado trece años competitivamente y estoy completamente cansado de eso”.
Pienso que el rugby en Gran Bretaña corre el riesgo de perder a muchos jóvenes por la misma razón, si se mantienen las presiones y exigencias sobre jugadores amateurs en un programa de liga. Pero el daño de perder jugadores es mucho más serio porque el rugby juvenil representa el pan con manteca del deporte.
Ni Roddan ni Hobbs tienen problemas con el profesionalismo en la elite del juego. Ellos perciben también que sus puntos de vista representen probablemente la opinión generalizada de la gente del rugby juvenil. Roddan dijo: “El juego tenía que hacerse profesional sólo al nivel más alto, definitivamente. La mejor prueba de ello es que la brecha entre el juego de los países de los hemisferios sur y norte se ha cerrado en forma considerable desde que apareció el profesionalismo en el norte. Ir a ver a Inglaterra es ahora una buena atracción y han trabajado duro para estar seguros que generan un espectáculo atractivo para todos los espectadores. Los días de Inglaterra ganando 6-5 o 12-3, sólo por patadas a los palos, se han acabado y eso es bueno”.
Hobbs consiente. Él siente que la introducción de las ligas fue algo bueno pero sólo en relación a lo que ellos querían para los niveles más altos del juego. “El efecto puede ser visto ahora en el equipo inglés y en el número de jugadores de gran clase disponibles para Inglaterra. Pero a la vez me siento triste por los equipos que militan en las divisiones 2, 3 y más abajo. Hoy se trata de una cuestión de dinero y la mayoría de esos clubes nunca podrán ascender simplemente porque no tienen el dinero suficiente para estar arriba con el resto. También me entristecen los clubes que han perdido grandes cantidades de jugadores con el paso de los años, por lesiones u otras razones. Por ejemplo, Combe Down en nuestra área, cayó seis categorías en la liga, yendo desde South West 1 a Somerset 1. Yo reconozco a muchos de ellos como los mejores clubes en Bath en los últimos veinte años pero ahora han perdido su rumbo y no ha sido fácil para ellos.
“No me parece que la gente en el rugby de menor jerarquía esté resentida con los del máximo nivel ni en la forma que éstos se manejan. Los clubes chicos en general aceptan que sólo pueden aspirar a una mínima cobertura y está bien. Tampoco nos parece mal que haya dinero y que se pague a los mejores atletas. Eso ha estado siempre bajo el tapete pero ahora está sobre la mesa. Pienso que los jugadores ingleses se han valorizado tanto como han podido. Si eres lo suficientemente bueno, serás bien pagado y está bien que así sea. No veo porque los buenos jugadores no deberían ganar dinero del juego y eso es ciertamente mucho más honesto que antes”.
“En nuestro nivel, nosotros conseguimos un barril de cerveza gratis al fin de temporada. Pero no nos quejamos, esa fue la manera en que siempre hemos vivido y sigue allí en pié”.
“Lo que más nos molesta es la ridícula presión que se ejerce sobre personas como Clive Woodward y Martin Johnson. Woodward ha armado un equipo de Inglaterra que tal vez ha generado el mejor rugby de toda su historia. Pero apenas pierde un partido siempre hay alguien pidiendo por su cabeza. La gente necesita un tiempo para trabajar. Creo que Clive Woodward tiene el apoyo de la mayoría del público en Inglaterra. De acuerdo, cometió un error con su equipo en el 2001 en Irlanda, pero él levantó sus manos y admitió su error. Más claro imposible. Mi opinión es dejar al hombre hacer su juego, él ha hecho las cosas bien para nuestro país y la temporada 2002-2003 lo probó acabadamente”.