Coluministas

EL CAMBIANTE MUNDO DEL RUGBY PROFESIONAL. Gareth Edwards

 
CAPÍTULO 3

Peter Thomas, propietario del Cardiff, piensa que la falla de la Unión Galesa y de otras como ella, reside en no darse cuenta que el juego ha sido dividido, hace mucho tiempo, en dos partes...el profesional y el amateur. Se han aferrado al poder, dice, y no tienen ganas de designar un panel profesional a tiempo completo para conducir el juego profesional. Todavía en 2003 están conduciendo el juego como si no estuviera dividido. Pero lo está.

Debería el juego dividirse? Bien, el gran problema es que todo se refiere a que el juego ha sido declarado abierto. Pero que significa realmente esto? Nadie lo sabe. Yo creo que esa declaración lo único que trajo fueron problemas. Los clubes en Gales pensaban que era legal pagarle a todo el mundo, nadie sabía lo que el profesionalismo significaba en verdad. Lo más importante, nadie sabía tampoco de donde iba a salir el dinero.

Algunos clubes chicos de Gales, como Clydach, al que visité recientemente, gozan de prosperidad por haberse enfrentado a esta situación. Aún así la gente allí me refirió los problemas de los jugadores queriendo irse a otros clubes en búsqueda de más dinero. Ocurrió en 1995 y todavía sigue así. Whitland, un club en el otro lado de Llanelli es un típico club de la campiña, y recientemente comenzaron a interrogarse cual es la razón por la que le están pagando a sus jugadores.

Todos estos clubes han estado aguijoneados por ello. Whitland y otros clubes de la región como Tenby estaban contratando ex jugadores del Swamsea y Llanelli, tipos que estaban virtualmente al final de sus carreras y les estaban pagando entre 100 y 200 libras esterlinas por semana. Pero ello no ayudaba las finanzas de esos clubes y tampoco promovía la lealtad hacia el club. Una de las fortalezas más grandes del rugby galés ha sido siempre la competencia entre los distintos pueblos.

Un partido entre el equipo de una villa contra el de otro pueblo significaba algo y la confrontación generaba buen rugby. Pero, obviamente, los clubes pequeños consiguen una menor inyección de dinero de la unión cada año, tal vez un promedio de 70.000 libras esterlinas por año y gran parte de ese dinero ha estado yendo a los bolsillos de los jugadores desde 1995. Hasta que repentinamente, los clubes han empezado a preguntarse a sí mismos por qué estaban dándole este dinero a los jugadores, ya que se suponía que era para aportar al desarrollo del juego en su totalidad y no sólo a un grupo de jugadores. Esto me terminó de convencer que habíamos perdido el rumbo.

Creo que los clubes chicos le darían la bienvenida a una decisión de la unión, en el sentido que en Gales, por debajo de la primera división, el juego se reintegre al amateurismo. No se puede volver el reloj atrás, pero tal vez se podría estipular que los gastos de un club que está debajo de ese nivel no podrían estar por encima de cierto monto. Un acuerdo de esta naturaleza le sacaría a los clubes mucha presión de encima.

Es un gran problema para ellos mantenerse en la competencia. Sé que en Inglaterra querrían volver al amateurismo. Lo que está destruyendo el rugby en Gales, en el nivel inferior, es una situación en la que los jugadores están cambiando de club por el mejor postor. No existe ningún tipo de lealtad. Me consta que la situación está molestando mucho a esos clubes. Peter Thomas es optimista en el sentido que esa clase de decisiones deben tomarse y de hecho orientadas. Crucialmente, una de las recomendaciones hechas por la comisión investigadora presidida por Sir Tasker Watkins a la Unión fue que el juego debía revertir al amateurismo por debajo de la división Premier.

Sin embargo, Nigel Wray del Saracens sugiere que, francamente, podría no ser así.

Wray cree que no se podría impedir los deseos de Old Millhillians, su antiguo club, si ellos quieren pagarle a los jugadores y creen que disponen de fondos para ello y convertirse en profesionales. No obstante está de acuerdo en que no se necesitan más que unos pocos clubes totalmente profesionales. Cree que se está hablando de no más de doce a dieciséis clubes en Inglaterra y no más de la mitad en Gales.

No estoy diciendo que el club que encuentra un aportante que tiene millones y está preparado a gastárselos para ver a su club en la cúspide se le niegue el eventual acceso a la liga Premiership. Si su financista es sano y seguro y está determinado a comprometer grandes sumas en el club, entonces buena suerte para ellos. Pero en realidad, cuánta gente como ésa, preparada para poner semejante cantidad de dinero en el rugby, existe realmente afuera? Muy poca, diría, especialmente en Gales.

Wray advierte: “No se puede obligar a los clubes a volver al amateurismo, pero lógicamente ésa es la forma en que las cosas están evolucionando. Debido a que la brecha entre amateurs y profesionales es cada vez más grande. Es bueno que así sea y es inevitable. Financieramente tiene sentido. El rugby puede tolerar aceptablemente una determinada cantidad de clubes profesionales, porque el deporte profesional es muy caro”.

“Pero hoy en día hay una enorme cantidad de dinero en el deporte y el rugby tiene una gran imagen en los niños. Es uno de los pocos deportes donde puedes ir a una cancha con tu hijo e hija y a ambos les gusta. A los patrocinantes les interesa asociar su nombre a un juego que es limpio y está orientado a las familias, y el rugby cumple con ambos requisitos. Pero todo esto exige una gran inversión en el principio, dentro y fuera de la cancha. No se trata sólo de comprar buenos jugadores, también exige tener buenas instalaciones como gimnasios y otras cosas”.

Bueno, está claro que el problema es fácil de explicar, pero cómo se resuelve? La mayoría de la gente con que hablo siente que este es el punto sensible. No tiene sentido pagarle a jugadores que están jugando en equipos de tercera, cuarta o quinta división. Tal vez las franquicias sean un paso adelante. Pero debe encontrarse alguna clase de ajuste entre ambos extremos. El papel de los dirigentes amateurs también debe ubicarse en alguna parte entre el profesionalismo y el juego amateur que debe seguir existiendo a niveles más bajos.

Tampoco debemos olvidar que la fortaleza de los equipos de rugby de los pueblos ha sido siempre factor de orgullo e identidad. La competencia entre equipos de distintos pueblos introdujo un gran elemento competitivo y los clubes salieron fortalecidos. Ello en sí mismo generó un antecedente específico desde el cual esos jugadores podían desarrollarse y jugar para los mejores clubes. Todos los clubes grandes siempre se beneficiaron de esta estructura. Pero ahora muchos jugadores buscan estar donde la pasan mejor, contentos de jugar por dinero pero sin tener que desempeñarse a niveles de exigencia. Simplemente se trasladan donde les ofrecen la mejor paga. Pero cabe preguntase quién se beneficia con ello? Es bueno para el juego en su conjunto? Yo lo dudo.

Continúa la semana próxima

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