En los últimos tiempos he leído atentamente una infinidad de noticias y entrevistas sobre el rugby profesional realizadas a jugadores y dirigentes argentinos.
Antes que nada quiero dejar expresamente aclarado que mi opinión y visión sobre el profesionalismo es propia y que no pretendo politizarla ni mucho menos; solo dar un pantallazo de cómo veo el futuro de un rugby profesional argentino.
El Rugby argentino vive hoy una de sus más grandes batallas, que es la del propio juego con sus principios y tradiciones, con la presión exterior del iRB por profesionalizarlo y por el propio éxito de nuestros Pumas obtenido en el Mundial de Francia 2007.
Nuestra juventud encantada por el éxito vio y se entusiasmó con este juego. Seguramente gran cantidad de jóvenes entrarán en el mismo, muchas veces sin ninguna contención y más grave aún sin la correcta enseñanza de sus principios por carecer los clubes de estructuras adecuadas.
Todos los que hemos jugado rugby sabemos que en este juego esos principios éticos, filosóficos y técnicos están permanentemente entrelazados para configurar un deporte absolutamente único. Seguramente no queremos un rugby desbordado, queremos un rugby que eduque y contenga correctamente a nuestros jóvenes.
Si logramos triunfar en esta contención creando nuevas estructuras, nuestro rugby se masificará, se popularizará mucho más sin vulgarizarlo: “lo popular debe ser superior a lo vulgar”. Es decir estará al alcance de todos sin perder su espíritu, que no es ni más ni menos que un modelo de “escuela de vida” para que los jóvenes afronten en el futuro todos los desafíos, desviaciones y tentaciones que hoy presenta nuestra sociedad moderna.
El rugby de las primeras potencias del mundo adecuó sus estructuras y es hoy altamente competitivo y profesional, sobre todo en los niveles más altos, nosotros debemos recorrer ese camino hacia la transformación.
Lo cierto es que la profesionalización del rugby ha elevado sustancialmente la calidad del juego y sus exigencias, por ende nuestro enfoque actual del rugby debe ser diferente.
Para quienes hemos vivido y disfrutado del “rugby amateur” de décadas anteriores esta realidad puede llenarnos de nostalgia y recuerdos. Pero la realidad de hoy es que nuestro rugby está cambiando. En el ámbito local, regional, nacional e internacional el estándar de exigencia es cada día más importante.
Este cambio sufrido en el mundo, nos dice que debemos adaptarnos a esta nueva modalidad evolucionando hacia lo que inexorablemente ya está ocurriendo y que por otro lado es inevitable. “Una mejor organización y competencia”.
Aclarando nuestras mentes podría decir que la organización actual de nuestro rugby ha muerto, o por lo menos se encuentra en terapia intensiva, el nuevo rugby profesional es ya una realidad avasalladora en el mundo; debemos adaptarnos a esta evolución transformando nuestras estructuras si es que queremos actuar en el contexto internacional. Ante esta realidad inexorable solo nos queda aceptarla o desaparecer, o sin ser tan dramáticos quedar absolutamente relegados.
El objetivo entonces del Rugby Argentino es superar las estructuras actuales no siendo reaccionarios a los nuevos aires de cambios que se producirán, dejando de lado las discusiones bizantinas de “amateurismo - profesionalismo”; esta es una discusión que el Rugby del iRB y del mundo ya definió a favor del profesionalismo.
Para ello nuestros dirigentes deberán trabajar generando la infraestructura básica con el ambiente acogedor que el rugby necesita, preparándose para cambiar el enfoque y tomar conciencia del futuro que nos aguarda. Un rugby más organizado, por lo tanto más exigente, de más dedicación y de mejores estructuras.
El futuro de nuestro juego podrá crecer solo con un “Coaching Nacional” serio y eficiente que difunda conocimiento y capacitación, herramienta determinante que nos permitirá insertarnos con chances de éxito en el rugby internacional.
Ahora bien: ¿Cómo debe ser nuestro cambio hacia el rugby profesional?
En primer lugar pienso que debemos tener una dirigencia “escasa” en hombres que dirijan nuestro juego, ya sea en nuestra unión nacional o uniones provinciales, acompañadas de una estructura altamente profesional en las siguientes áreas: Relaciones Institucionales, Administrativa y Área del Juego.
No voy a explayarme en los dos primeros ítems porque haría muy extensa esta nota, pero si lo haré en el área del juego que es de mi competencia.
En primer lugar debería explicarles el desarrollo de las dos grandes organizaciones que tiene el juego en el mundo, hemisferio norte y hemisferio sur. Ambos altamente profesionales, pero diferentes en su concepción.
A grandes rasgos, desde los viejos tiempos el mundo desarrolló su rugby a partir de las divisiones infanto-juvenil a través del rugby colegial (léanse colegios ingleses). Al terminar estos sus estudios pasaban a engrosar las filas de los clubes.
Si visualizamos un mapa de la Gran Bretaña veremos que pequeñas distancias separan sus pueblos y ciudades donde están insertos sus clubes. No tenía sentido entonces ninguna estructura intermedia para desarrollar sus campeonatos nacionales, ya que los costos de traslados dentro de sus países eran ínfimos y el rugby amateur de antaño los podía solventar perfectamente. Esto también se daba de la misma forma en el sur de Francia que es donde el rugby tuvo su gran desarrollo.
De esta manera los clubes de más tradición de Gran Bretaña y Francia crecieron y se convirtieron con el tiempo receptores de los mejores jugadores de los clubes “chicos” posicionándose en el estamento de la elite (llámese Seleccionados Provinciales en el hemisferio sur) en desmedro de la mayoría de los clubes. Tal es así que hoy estos clubes “chicos” son meros proveedores de jugadores a los clubes tradicionales.
Con la llegada de la profesionalización, los clubes británicos y especialmente los ingleses sufrieron una profunda transformación. Muchos de esos clubes con capacidades económicas limitadas, no alcanzaron a pagar las altas cotizaciones que solicitaban sus jugadores profesionales y en la carrera de la profesionalización de los clubes, dieron lugar al ingreso de importantes empresarios que terminaron poniendo dinero o comprando sus instituciones. Otros que se endeudaron y no pudieron salir de sus debacles económicas. De esa manera clubes de importantes trayectorias desaparecieron y otros menos organizados o con voluntad de seguir siendo amateurs terminaron jugando torneos de menor importancia.
Gareth Edwards evoca las siguientes palabras en su análisis del rugby profesional: Antes que el rugby fuese declarado profesional el viejo rugby vivía una mentira, llamándose a sí mismo amateur, pero dando la bienvenida a millones de libras que iban a los cofres de sus respectivas uniones, sin ofrecerles un penique legalmente a los jugadores que hacían eso posible. (Esto se refiere a las ganancias que dejaba a las Uniones el campeonato de las 5 naciones, hoy 6 naciones).
Si a los jugadores se les exigen rendimientos de máxima calidad, significa un enorme compromiso de parte de ellos, los cuales sólo pueden ser posibles si ellos son pagados por hacerlo.
Con respecto a los clubes dice lo siguiente: “El gran problema es que todo se refiere a que el juego ha sido declarado profesional. ¿Pero que significa realmente esto? Nadie lo sabe. Yo creo que esa declaración de 1995 lo único que trajo fueron problemas. Los clubes en Gales e Inglaterra pensaban que era legal pagarles a todos los jugadores de todos los clubes sin distinción de calidad, nadie sabía lo que el profesionalismo significaba en verdad. Y lo más importante, nadie sabía tampoco de donde iba a salir el dinero.Y termina diciendo “El rugby puede tolerar aceptablemente una determinada cantidad de clubes profesionales en la elite, porque el deporte profesional es muy caro”.
Muy por el contrario en el “Hemisferio Sur” (Sud África, Australia y Nueva Zelanda) el proceso fue diferente. Inicialmente también su desarrollo parte de los colegios a los clubes; pero las grandes distancias dificultaban y limitaban la posibilidad de los clubes de competir en torneos nacionales por los altos costos de sus viajes. Estas distancias obligaron a crear en el afán de mejorar sus “Competencias Nacionales” un escalón intermedio que ocuparon los “Seleccionados Provinciales”.
¿Por qué la transición al rugby profesional fue tan tranquila en el hemisferio sur comparada con las dificultades que surgieron en el rugby del norte?
En principio porque la estructura ya estaba regulada, los clubes competían en los campeonatos organizados por sus “Uniones Provinciales” para luego aportar sus jugadores a los Seleccionados Provinciales que jugaban su torneos nacionales organizados por las Uniones de los diferentes países (ej. la Currie Cup Sudafricana).
En segundo lugar porque los ingresos por derechos de televisión se dieron prácticamente de un día para el otro (cuando en 1995 se declara al rugby “profesional”), los medios televisivos del hemisferio sur estaban disponibles para poner dinero en una estructura que ya estaba regulada por las “Uniones de los diferentes países”. Más fácil aún, por la ausencia de competencias nacionales a niveles de clubes. Estos tres puntos hicieron una diferencia grande... hizo que el hemisferio sur profesionalizara solo sus estamentos superiores. “Sin llegar a decirlo es como si se hubiera decretado que los únicos equipos profesionales deberían ser los Seleccionados Provinciales y los equipos “Nacionales”. El resto debía permanecer amateur”.
En síntesis, Reflexionemos: Argentina un extenso país rugbístico del hemisferio sur con similares estructuras a los países del SANZAR; debe lograr su transformación mirándonos en ese espejo.
La nueva dirigencia que asume la UAR tiene la absoluta responsabilidad de conducir por el buen camino los destinos de nuestro rugby. Es importante que todos entiendan que los clubes deben mantenerse amateurs. En el rugby de clubes, todo consiste en jugar por placer, porque no hay otra cosa, simplemente jugar por diversión con los amigos y por el club.
Es importante también reconocer que la gran fortaleza de nuestros clubes de rugby reside en el espíritu amateur y de comunidad. Este es el factor unificador del juego. Cualquiera puede ser parte, todos forman un conjunto. Al rugby podemos jugar juntos los de distintos estamentos sociales, credo o raza. Si esto se pierde, habremos perdido gran parte del espíritu comunitario amateur que tanto bien le ha hecho al rugby argentino”.
El progreso profesional que logren nuestros seleccionados provinciales y nacionales, deben apoyar con parte de sus ingresos a los clubes, para que estos puedan mejorar sus estructuras y desarrollar competencias regionales que levanten sus niveles de juego.
Finalmente la profesionalización de nuestro rugby argentino debe estar controlada y protegida por las Uniones y por quienes amamos y conocemos el rugby de toda la vida.
Jorge Nasazzi
Oficial Nacional de Desarrollo
Unión Argentina de Rugby