Ya está del otro lado. Atravesó la línea divisoria entre la actividad y el retiro. Agustín Pichot se jubiló como Puma y encara una vida diferente. El capitán de la Selección más exitosa en la historia del rugby argentino, esa que dejó una huella profunda con su tercer puesto en el Mundial de Francia transmitió, con sus actos, un legado, un mensaje a sus sucesores.
-¿Cuándo decidiste retirarte de Los Pumas?
-Se empezó a gestar en el Mundial. Sabía que era mi último gran desafío. Por más que no haya sido un tipo racional en el 99% de mis actitudes con el seleccionado argentino, ya que siempre fui muy visceral, actué desde los sentimientos, en el Mundial no quería que el equipo perdiera el foco y que se dijera 'va a ser el último partido de Pichot'. Tampoco quería emocionarme o dramatizar la cuestión. Entonces, lo dejé. Y al final, cuando todo terminó, dije 'me encantaría jugar un último partido en la Argentina'. Le cambié el foco al retiro, a la palabra retiro.
-¿Por qué decidiste dejar la Selección?
-Porque sentí que ya no tenía adentro el deseo de mejorar y de luchar. En el Mundial me quedé vacío. Se me acabó una etapa en mi evolución como deportista.
-Ampliá eso de que te quedaste vacío...
-Uno va soñando, se va poniendo metas todo el tiempo. Mirando hacia adelante y pensando en lo próximo, en cómo mejorar. Te vas generando desafíos permanentes. Porque la evolución deportiva es eso. Soñar, para intentar cumplir los sueños. Y a mi se me iban dando todos.
-Detallalos.
-Llegar a la primera del club (CASI), empezar en Los Pumas, jugar en una cancha llena en la Argentina, ser conocido...La primera vez con la Selección fue Australia '95; ahí conocí lo que significa cantar el himno siendo Puma. Fue empezar a entender lo que es representar a alguien. Después llegó el Mundial '99, la fama.
En el 2001, vivir la fama. Una cosa es llegar y otra vivirla. Fue en el Mundial de Seven de Mar del Plata. Algo tremendo. No entendíamos nada, fotos por todos lados, nace la Pumamanía. Luego, jugar en una cancha llena, en River contra Sudáfrica: 70 mil personas, algo nunca logrado aquí en un deporte que no sea el fútbol. Haber sido elegido el mejor medio scrum del mundo, ganar el premio al Deportista del Año con Clarín...Me pasaron tantas cosas, sueños tangibles. Y la última cruzada fue el bronce en el Mundial de Francia.
-¿Fue lo máximo?
-Sí. Porque en ese Mundial coseché todas las experiencias anteriores, para no equivocarme. Desde prepararme para la competencia individual; prepararme para la competencia siendo capitán y líder de un equipo, para poder contener al equipo en lo que era la fama, lo mediático. Fue un momento justo, de un esfuerzo increíble para que todo estuviera sin que se derrumbe, durante tres meses.
-¿Esta energía que ponías fuera de la cancha, no te hizo perder competitividad?
-Fue un ejercicio al que me fui acostumbrando con el tiempo y que pagué en otros mundiales.
-¿Sentiste ganas de retirarte antes de la Selección?
-Si. En el '95. Recién empezaba. Cuando volví del Mundial de Sudáfrica sentí una decepción enorme, humana más que deportiva. Descubrí el mundo de los grandes. Que te quedás afuera de un equipo en un cuarto. Que hay muchas más cosas que el juego. El mundo ideal que me había creado con respecto a jugar en Los Pumas se me derrumbó de golpe.
-Contá algún episodio.
-En ese entonces se juntaron jugadores representativos y determinaron que yo era muy chico, que no tenía experiencia...Y no creo que haya sido por eso. Me pareció que fue por una cuestión de no querer ayudar a los más jóvenes a desenvolverse. De hecho la transformación de aquel seleccionado se empieza a dar cuando muchos de esos jugadores, que tenían otra sintonía, empiezan a largar y los de esta generación que terminó en el 2007 empiezan a jugar.
-¿Qué le diste a Los Pumas?
-Les di casi toda mi vida. En los últimos 13 años fueron, con mi mujer y mis dos hijas, una parte más de mi familia. Me levantaba y me iba a dormir con Los Pumas. Hice de todo. Desde entrenar hasta otras cosas inimaginables como escribir cartas de renuncia, ver abogados, hablar con novias...tengo una larga lista. Son cosas que me ayudaron a crecer.
-¿Y qué te dio la Selección?
-Salvo mi mujer y mis hijas, el resto. Alegrías, tristezas, gloria, fracasos, broncas, injusticias. Aprendí todo eso, y también lo que era la falsa humildad, el triunfalismo, la envidia. Descubrí al ser humano a través de un deporte, que para mi es solidario. Entonces, todo lo que te pasa lo ves desde una óptica positiva. Eso te ayuda a ir todo el tiempo para adelante.
-¿Qué te sacaron Los Pumas?
-Los Pumas no me sacaron nada. Me dieron todo.