Los nervios continúan crispados. El silencio de la cúpula directiva de la UAR se escuchó fuerte en esta ciudad, donde los Pumas se entrenan para enfrentar a Italia, el sábado próximo, en su segundo encuentro de la gira europea.
Después de que el plantel le diera la espalda al presidente Alejandro Risler durante el tercer tiempo en Twickenham, muchos de los jugadores esperaron ayer una respuesta oficial que finalmente nunca llegó. Mañana puede ser un día decisivo, ya que Risler arribará a Roma y, según confirmó LA NACION, tiene una reserva en el mismo hotel que los rugbiers, lo que provocaría instantáneamente un encuentro o una posible reunión.
Del lado del plantel, sostuvieron que no hay nada que hablar. "Los puentes de comunicación están totalmente quebrados. En algún momento esta situación va a explotar. Queremos que el rugby crezca y que los dirigentes nos acompañen en ese camino", señaló anoche Ignacio Corleto, que si bien durante los últimos tres años estuvo alejado del equipo por diversas lesiones, siguió de cerca el conflicto a través de sus compañeros.
El presidente de la UAR, que está de viaje por Madrid, llegará junto con Raúl Sanz, secretario de la Unión. En nombre de la dirigencia, en esta ciudad se encuentra el vocal y manager del equipo, José Luis Rolandi, que ya manifestó que no vio nada de lo que sucedió en el tercer tiempo en el Rose Room, en el primer piso del estadio inglés.
"No pasó nada grave. Lo bueno fue que los jugadores no abuchearon ni silbaron [esto había pasado hace cuatro meses, en Puerto Madryn]; es necesario una reunión, que se encierren en un cuarto y se digan todo", había comentado el dirigente.
"Es imposible que Rolandi no se haya dado cuenta de lo que pasó. ¿Cómo no va a ver que treinta personas se van todas juntas de un salón?", cuestionó con ironía Corleto. Acordado el vínculo económico hace dos meses, los jugadores reclaman mayor organización y sostienen que no se están cumpliendo puntos que estaban firmados y que apuntan a la logística de los viajes y la preparación del plantel con vistas al Campeonato Mundial de Francia, que comenzará dentro de diez meses.
"En los viajes hay los mismos problemas que hace diez años", cuestionan del lado de los deportistas. "Nosotros no tenemos nada que hablar. Están faltando a su palabra. Nosotros vamos a responder en la cancha, como siempre lo hicimos", señaló anoche el capitán Agustín Pichot.
Las repercusiones del conflicto entre jugadores y dirigentes se expandieron como reguero de pólvora y ganaron espacios en diarios europeos. El periódico inglés The Guardian publicó con detalles lo sucedido en la noche londinense del sábado, cuando los 30 jugadores argentinos se levantaron en forma automática, justo en el momento que Risler debía dar su discurso ante unas 300 personas, entre ellas, autoridades inglesas y de la IRB. En la reunión, hasta el capitán inglés, Martin Corry, pidió apoyo para los Pumas y su evolución.
El mensaje revolucionario de los jugadores causó un efecto inmediato a pesar del silencio seco por parte de los dirigentes. Sus quejas y reclamos se escucharon tanto como su notable victoria en Twickenham (25-18). Será necesario desde aquí hasta el Mundial que exista un acercamiento de posiciones porque si no el único que saldrá perdiendo será el rugby argentino.
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