A continuación, vino el descuento escocés mediante un penal pateado por su fullback, Archibald.

En la primera etapa, costó mucho sacar diferencia táctica, debido a que ninguno regaló terreno. De manera, que cada metro que avanzaba cualquier seleccionado fue aprobado por su banco con mucha euforia.

La efectividad a los palos no fue un claro aliado, principalmente para Escocia, ya que a través de esta vía se obstruyó la posibilidad de sumar.

Fue así, que la chicharra puso fin a los cuarenta iniciales, con un parcial cerrado de 5 a 3 a favor del seleccionado Gales.

El complemento, se inició con un renacido amor propio escocés. Lo que le permitió ponerse al frente, de forma parcial, con tres puntos de ventaja.

Seguidamente los galeses se reconocieron como los “dragones rojos”, y se apoderaron del juego y de cualquier idea “gaitera” que deambulaba por el campo de juego; para no dar respiro y opción de avance al rival.

A partir de allí todo fue para los dirigidos por Chris Davey. Los 19 puntos restantes, que le dieron la primera victoria, resultaron de tres tries y dos conversiones.

Tan sobresaliente fue la superioridad de Gales, hasta ese momento, que Escocia nunca atinó a reaccionar.

De esta manera, las aspiraciones galesas de seguir en carrera parecieron encontrar su rumbo. Mientras que la continuidad de Escocia se vio amenazada por la falta de resultados positivos.