La primera referee mujer de la Argentina, oriunda de Mar del Plata, habla de sus primeros pasos al lado del Rugby, como comenzó a relacionarse con el arbitraje y cuales son sus objetivos en esta elección de ser parte del mundo de la ovalada.
¿Cómo fueron tus inicios en el rugby?
-Nunca estuve ligada al deporte, ni como jugadora ni como espectadora. Yo me inicié por el Profesorado de Educación Física, en donde estando en el primer año del instituto, me invitaron del club Biguá de Mar del Plata para participar con las divisiones más chicas. Con ellos comencé a enseñarles preparación física pero nada relacionado al rugby.
A medida que me empecé a acercar al rugby me empezó a gustar, me apasionó muchísimo todo lo que se trata de la educación de los chicos, el respeto al espíritu deportivo. Por eso mismo continué y me seguí capacitando a través de los cursos de la UAR y de rugby infantil.
Una vez que ya estaba más integrada en el club, tuve la propuesta del entrenador de la Menores de 19 para estar con ellos en la preparación física. Ahí me encontré con que me faltaba aprender mucho sobre el deporte y sus exigencias y comencé a hacer los cursos de entrenadores para divisiones juveniles.
Acompañando a los jugadores a los partidos muchas veces me toco hacer de line – man y los mismos chicos me enseñaron. Ahí fue cuando un árbitro del club vio mi interés por aprender el deporte y me ofreció para integrar la mesa de árbitros de la unión.
¿Por qué te volcaste hacia el lado del arbitraje en lugar de ser jugadora?
-Por empezar, en Mar del Plata no hay rugby femenino. En un principio no me interesaba ya que no lo veía al rugby como un deporte para mujeres, hasta que lo vi jugar y me gusto.
Más allá de esto tengo una lesión cervical por un accidente que tuve y estoy imposibilitada de hacer deportes de contacto. Hoy en día veo a las chicas jugar y me dan muchas ganas de aprender, no para jugar sino para adaptarlo al aspecto del arbitraje, que es lo que realmente me interesa.
¿Cuándo comenzaste a darle más importancia al arbitraje?
-Fueron diferentes etapas. Yo empecé en 1999 cuando comencé como entrenadora de los más chicos. Ahí me intereso muchísimo lo que era el aspecto de perfeccionarme en el rugby infantil, me atrapó un montón el deporte, pero hasta ese momento veía nada más rugby infantil.
Después fue otra etapa, cuando me acerque a las divisiones juveniles. Ahí empecé a encontrar con lo que era el deporte en si y todas sus situaciones de juego.
Me gustó mucho la variedad que tiene en cuanto a táctica, técnica y también que lo puede jugar cualquier persona sin importar sus características físicas.
¿Qué dijeron tus amigos y familiares cuando decidiste ser árbitro?
-Les suena raro. En un principio yo y varias personas pensaban que no iba a poder llegar lejos en esto y hoy en día esa gente me saluda y me felicita por el lugar en donde estoy.
Cuando arranqué en el Profesorado mucha gente ya tenía alguna iniciación en algún deporte, cuando yo decidí inclinarme por el rugby sonó raro pero actualmente me doy cuenta de que fue muy valedera para mí y me está dando muchísimos frutos que ni siquiera yo los tenía pensados.
¿Cuáles son tus objetivos dentro del deporte? ¿Apuntas a algo en particular?
-Principalmente quiero seguir colaborando con el club que me abrió las puertas y que me enseño todo, que es el club Biguá de Mar del Plata. Le quiero aportar todo lo que voy aprendiendo porque fueron ellos los que creyeron que podía hacer esto.
Por otro lado, en cuanto a referato, el objetivo lo pude cumplir en el verano, cuando fuí line – man en un test match internacional en Mar del Plata.
Después me convocaron para ir al Sudamericano en Venezuela, y esas dos cosas fueron dos posibilidades que se me presentaron que no las tenía en mente. Así que ahora me ilusiono con poder ir como juez de touch el próximo año al mundial que se jugará en Canadá.
Eso hasta el momento como line–man, si pudiese estar como árbitro en ese nivel sería por demás de lo soñado.