Desde la caída del Muro de Berlín, allá por el año 1989, que el mundo se dice es “unipolar”. La implosión del comunismo, llevó a que el capitalismo se expandiera por doquier sin tapujos y sin oposición ideológica.
Conjuntamente llegó la globalización, el mundo intercomunicado gracias al avance de las nuevas tecnologías. Todo este panorama llevó a la ampliación de la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados, o mejor dicho países del primer y tercer mundo.
Es una realidad, por todos conocida, el hecho de que Argentina es tercermundista y que gracias al “apoyo” de nuestros gobernantes, cuesta cada vez más estar a la altura de los países del norte.
En materia deportiva, fuimos reconocidos mundialmente por Fangio, Maradona, Vilas… Gracias a ellos y a sus carreras, muchos aprendieron a localizar nuestro país en un globo terráqueo o mapa del Continente Americano, y a reconocerlo no sólo como el país que se disputó las Islas Malvinas con Inglaterra.
Y en lo que al rugby respecta, hace seis mundiales que la Argentina ha estado representada por nuestro Seleccionado Nacional de rugby, inclusive llevando el peso de participar en la apertura de tres de ellos.
Haciendo una lectura sociológica, es muy fuerte el fervor social que ha despertado este Mundial, no solamente en los amantes y fanáticos del rugby, sino también en personas que por primera vez se han interesado en él, sea por curiosidad o simplemente para ver hasta dónde llegarán estos “chicos tan grandes como roperos”…
Lleguen a donde lleguen, la respuesta es sencilla, Argentina es respetada y reconocida gracias al desempeño de los Pumas. Vienen dándonos a todos los argentinos alegría tras alegría, despertando en todos el orgullo deportivo nacional, tan vapuleado después de los últimos mundiales de Fútbol.
Podemos decir que por primera vez Argentina es superior a EE.UU., somos los mejores en toda América, y en esto no nos sentimos subdesarrollados ni los últimos del Continente Americano, somos los primeros gracias a Los Pumas, “nuestro orgullo americano”.
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