El Festejo de Los Clavos fue merecido
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El conjunto tricolor sumó su cuarta presea oficial a sus vitrinas de Carrodilla, a las de los años 1985, 1996 y 1997 se les suma la 2009, luego de doce años de sequías, finalmente Liceo encuentra a base de un esquema planificado el trofeo al mejor equipo de la región.
Desde hace algunos años que el rugby ha mutado, sus leyes han cambiado -en favor de la dinámica del juego- los entrenamientos son cada vez más específicos y se recurre bastante a la tecnología como una vital herramienta, hoy por hoy básica para analizar situaciones en su más amplio espectro.
Siempre dentro de la burbuja del amateurismo, nuestra región obviamente carece de infinidad de aspectos que apuntan al profesionalismo, sin embargo la dedicación y entrega que se ve tanto en los deportistas como en entrenadores, deja ver a las claras, la intención que existe en imitar movimientos de avanzada en lo referido al juego especificamente.
El rugby de cuyo tiene hoy a su Campeón y este logro conseguido tiene mucho de lo enunciado anteriormente, Liceo no es un equipo improvisado y dio notorias muestras de que teniendo buenas individualidades técnicas y funcionando como un equipo, los resultados llegan si todo esto es canalizado y dirigido hacia un obejtivo claro y sin distracciones.
El sacrificio da réditos en todos los estratos sociales, hoy la juventud se hizo enorme mostrando un corazón gigante y venció a la experiencia, quizás Marista no encontró justamente esa llamita que otorga no tomar las responsabilidades en forma tajante sino más flexibles para soltarse.
Un año bastante regular, una primera mitad de Torneo normal, buenos partidos y otros no tanto, parecer ser que Liceo de a poco fue encontrando su mejor juego con el andamiaje que le fueron dando sus jugadores al ir acomodándose en la cancha, que decir de lo que significó en lo anímico y por sus cualidades técnicas los buenos momentos de Facundo Barni, Rodrigo Báez, Gustavo Gil, Juan Manuel Mangione y el retorno de su hijo prodigo desde europa, Matías Cortese.
Un buen coctel que supieron mezclar en los momentos justos los adiestradores Garitaonandía y Guignet tratando de llevar a cabo un juego ambicioso con bastantes recursos y una idea de juego amplia volviendo a las viejas bases de la institución Liceísta como el control del scrum , el line y el maul.
Un plantel numeroso con competencia de jugadores por puestos claves, caso Escayol-Jaime, dos medio scrum con altísimas condiciones para ser cualquiera de los dos titulares, varios jugadores con altos rendimientos muy regulares durante todo el año, una primera línea de lujo (Pipistrelli, Damore, Cortese, Alvarado), una segunda batalladora y potente (Ramos, Correa Llano, Fernández) y su as de espadas en la tercera (Barni, Gil, Báez), ubicaron a los forwards Clavos como uno de los packs más importantes y desequilibrantes del Certamen.
Mucha juventud, potencia y velocidad en los backs Mangione, Michelli, Ortíz y experiencia e inteligencia de otros como Castaños, Baduí, Maldonado y Martínez por citar algunos, siempre mostraron sus ganas de ganar y manisfestar en campo el trabajo de cada semana.
Análisis permanente del oponente y mucha entrega por parte de todo un plantel superior, le dieron a Liceo las armas para llegar a una final que supo defender jugando al rugby sin mezquindades, demostrando porqué en un balance final y acorde a como se presentó el formato del Top 10 fue el mejor equipo del año...
Liceo fue Campeón porque entendió el juego.