Los Curas son los merecidos Campeones del Cuyano 2006. RdC analiza las armas y argumentos del mejor equipo del torneo.

Los de Carrodilla (junto a Teqûe) fueron los más regulares en un año cargadísimo de partidos. Por lo menos los números finales así lo demuestran. Ganó 20 de 22 partidos y en la segunda ronda no perdió.

Todo equipo que aspira a estos logros debe contar con la materia prima necesaria para semejantes desafíos, y Marista sin dudas, no tiene problemas en ese aspecto.

Seguramente de la cantidad siempre se podrá obtener mejor calidad, pero esto es un dato que en el caso de Marista. De los planteles que acompañan a la primera tanto la intermedia, la primera desarrollo como la M20; todos están en la final de un Torneo.

Desde toda la experiencia de Gastón Nasazzi, Juan Pablo Arnut y Fermín Rodríguez; pasando por la juventud de Francisco Diez y los tocayos Greco y Pincolini; hasta las grandes consolidaciones como Daniel Roccouzzo, Gonzalo Tomba, Diego Pincolini y Gonzalo Garcia. Todos ellos, mas el resto, conforman “la maquina” del campeón.

Otros elementos importantes son, sin dudas, el cuerpo técnico. Con el Colo Dibenedeto y Pedro Basile a la cabeza en lo táctico y Alejandro Capezzone en lo físico.

Desde lo táctico, y es casi una obviedad decirlo, Los Curas sacaron grandes diferencias; evidenciadas sobre todo en la final. Quedo demostrado que el orden de los valores no altera los componentes, ya que cualquier jugador que ingresó al primer equipo, de antemano tuvo su rol bien definido.

En lo físico, sencillamente Marista fue superior. Y no hay mejor ejemplo que la semifinal ante el Mendoza, en la que ganó por tener más resto.

Estos dos aspectos anteriores sumados a no dejar absolutamente nada librado al azar, dan un plus que garantiza cierta efectividad, ya que el Cuerpo Técnico de Marista más que el de ningún otro puso la tecnología a los servicios del equipo. Largas horas de videos así lo demuestran.

Finalmente el peso de la historia y el hambre de gloria también son factores a tener en cuenta. En muchos momentos fue necesario tirar la chapa de grande y así lo hizo y además dejo claro que seis años sin títulos era mucho para el equipo más ganador del rugby mendocino.