Juan Bautista Segonds junto a Benedicto XVI |
Cada uno de los integrantes de la delegación de Rugby Sin Fronteras, sintió la dicha, de haber puesto el corazón al servicio de la Paz, y de los niños.
Y tan fuerte fue lo que se vivió y transmitió, que su Santidad el Papa Benedicto XVI decidió atendernos, a estos ¨ Locos de la Paz ¨, como se nos apodo en Jerusalén.
Por eso hoy en el salón Pablo XI del Vaticano, la delegación de Rugby Sin Fronteras, tuvo la bendición del Papa, quien recibió de manos de nuestro Presidente, Sr. Juan Bautista Segonds, la camiseta que se utilizo en el partido, entre Israelíes y Palestinos, la semana anterior, y escucho atentamente las próximas acciones que tiene previstas la Fundación.
Bendijo a la delegación, las medallas y camisetas que los participantes llevamos, y nos regalo un Rosario.
Muchas son las emociones que este grupo vivió y sigue viviendo, así seguirá siendo para adelante, ya que si algo quedo claro en este último encuentro, es el compromiso que hemos asumido, con los niños, y que hoy mas que nunca el Rugby a demostrado QUE NO TIENE FRONTERAS.
Un Scrum por la paz
Años de desencuentos, violencia y desesperanza. Días de guerra, el modo de subsistir en la Franja de Gaza. Y en el centro, el deporte, en este caso, el rugby, para la unión de los pueblos, un modo de descubrir el camino hacia la paz, hoy suerte de utopía. A metros de donde cayeron bombas, disparos y pedradas, exactamente en Jerusalén, un grupo de palestinos (autorizados por una gestión del Centro Peres por la paz) y otro de israelíes compartieron seis horas de confraternidad, diversión y una pelota ovalada. Y, sobre todo, le dieron un extraordinario mensaje al mundo.
Acompañados por los voluntarios de Rugby sin Fronteras, jugaron un partido simbólico, en el que el resultado, lógicamente, fue el afecto compartido. Al final, todos juntos, todos unidos, armaron un srcum gigante, con un cartel que rezaba: "Empujamos por la paz". En cuatro idiomas: hebrero, árabe, inglés y español.
Los días anteriores, los jóvenes de Rugby sin Fronteras fueron sorprendidos por la escalada de violencia; recuperados del impacto, salieron a la cancha para demostrar que un pequeño gesto puede mover montañas. Y lo más llamativo: el encuentro se produjo en medio de una sugestiva llovizna, algo que no suele ocurrir en esta parte del mundo. El deporte extendió la mano.