El gran Capitán de Cuyo
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Otro gran ejemplo de sacrificio, lucha y, sobre todo, amor a la ovalada, engalanó con su presencia el partido entre Tucumán y Cuyo.
La felicidad en su rostro lo dijo todo. Ni siquiera el resultado importó esta tarde. Lo importante fue la gran alegría que Carlos sintió al observar el deporte de sus amores, acompañado de las muestras de cariño y afecto que sus grandes amigos tucumanos le ofrecieron a lo largo de la jornada.
El "Cabezón", como lo llaman sus ex compañeros de canchas y vestuarios en el Mendoza Rugby y los "Pumitas", fue uno de los grandes orgullos cuyanos en la década de los 80. A fuerza de empeño, constancia y talento, las canchas los bautizaron a fuego como el "Gran Capitán".
Por aquellos días él la peleó desde su puesto de "centro tres cuartos", cosechando innumerables victorias y amistades para toda la vida. Y aunque hoy su pelea es otra, y su rival es mucho más duro, las miles de anécdotas y los valores que rescató de cada batalla lo ayudan a no bajar los brazos. Hace poco más de 10 años, Carlos, sufre de esclerosis múltiple. Una enfermedad que debilitó su cuerpo, pero no su "alma rugbier".
Hoy, fiel a sus convicciones, y a todos los principios que el rugby y la vida le enseñaron, Cippitelli no se rinde, pelea día a día por su vida, y marca con su ejemplo la memoria de todos los que lo conocen. Motivos de sobra para que Tucumán recibiera con los brazos abiertos a este hombre que hace carne la conocida frase: "Un rugbier nunca deja de ser rugbier".